C¨®mo empez¨® todo
El nacimiento del Grupo de los 77 fue el elemento decisivo que puso en marcha mi carrera profesional y mi misi¨®n de vida dedicada al desarrollo y a la causa de los pa¨ªses en desarrollo.
En 1966, como candidato al doctorado en la Universidad de California (Berkeley), estaba buscando un tema para mi tesis. Mi tutor, el Profesor Ernst B. Haas, me sugiri¨® que, cuando volviera a Yugoslavia para las vacaciones de verano, me pusiera en contacto y pidiera asesoramiento a Leo Mates, un l¨ªder pol¨ªtico e intelectual yugoslavo y uno de los art¨ªfices del Movimiento de los Pa¨ªses No Alineados. Mates habl¨® conmigo sobre la creaci¨®n de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y el nacimiento del Grupo de los 77, y me propuso que mi tesis tratase sobre la adopci¨®n de decisiones y el sistema de grupos en la UNCTAD.
Acept¨¦ la idea con entusiasmo por varias razones. Me atra¨ªa desde el punto de vista pol¨ªtico. Habiendo crecido en Yugoslavia y sent¨ªa muy de cerca la causa de los pa¨ªses en desarrollo y el no alineamiento. Se trataba de un tema nuevo y probablemente nadie habr¨ªa investigado sobre ¨¦l. Implicaba dirigir mi atenci¨®n a las Naciones Unidas, lo cual estaba en consonancia con mi inter¨¦s acad¨¦mico en el ¨¢mbito de las relaciones internacionales y la organizaci¨®n internacional. Y, lo que era m¨¢s importante para m¨ª, supon¨ªa fortalecer v¨ªnculos formales con mi pa¨ªs, que era uno de los miembros prominentes del Grupo de los 77. En cuanto a mi futuro, significaba orientarme hacia las Naciones Unidas y las causas mundiales y alejarme de la tentaci¨®n de seguir en el camino de una trayectoria acad¨¦mica o gubernamental.
El primer encuentro
Cuando llegu¨¦ al Palacio de las Naciones de Ginebra en abril de 1967 y comenc¨¦ a acercarme a los delegados de la UNCTAD y a los miembros de la Secretar¨ªa con mis preguntas sobre el sistema de grupos, me miraron con sorpresa y curiosidad. Como proven¨ªa de una universidad de los Estados Unidos de Am¨¦rica y tra¨ªa un cuestionario sobre el sistema de grupos, como novato en un entorno con tanta carga pol¨ªtica como la UNCTAD, a algunos les deb¨ª de parecer una especie de ¡°esp¨ªa¡±. Por ejemplo, W. Malinowski, el jefe de la Divisi¨®n del Transporte Mar¨ªtimo de la UNCTAD, al principio desconfi¨® mucho de mis motivos para estar all¨ª. Incluso K. Vidas, de la delegaci¨®n yugoslava, no ten¨ªa claro d¨®nde situarme.
Todav¨ªa reci¨¦n llegado, una noche vi a Ra¨²l Prebisch frente a un escaparate en una calle desierta del casco antiguo de Ginebra. Me acerqu¨¦ a ¨¦l, me present¨¦ y le pregunt¨¦: ¡°Como funcionario p¨²blico internacional, que por definici¨®n se supone que es ¡®neutral¡¯ entre bandos opuestos, como el Grupo de los 77 y el Grupo B, ?c¨®mo concilia su trabajo de secretar¨ªa con su propia labor de promoci¨®n del desarrollo y el apoyo abierto al grupo de los pa¨ªses en desarrollo?¡±. Mi salida, una pregunta generalmente pol¨¦mica en relaci¨®n con el Grupo B, pareci¨® irritar a Prebisch, que respondi¨® con determinaci¨®n: ¡°Joven, si va usted por la calle y ve a un adulto pegando a un ni?o, ?se quedar¨ªa simplemente ah¨ª parado y observando porque se supone que tiene que ser ¡®neutral¡¯?¡±. Ese primer encuentro con Prebisch, aunque breve, tuvo consecuencias sobre mi concepci¨®n del mundo y mi entendimiento de la misi¨®n mundial de las Naciones Unidas. Influy¨® y marc¨® mi trabajo, mi actitud y mis acciones en los a?os y decenios siguientes, as¨ª como mi filosof¨ªa de vida desde entonces.
Los emocionantes comienzos de la UNCTAD y del Grupo de los 77
Fueron d¨ªas emocionantes y estimulantes en la UNCTAD. Una de las primeras ¡°lecciones¡± que aprend¨ª tuvo lugar en la Quinta Junta de Comercio y Desarrollo. Mientras estaba sentado, cautivado por la importancia de los procedimientos, me llam¨® la atenci¨®n el Relator Mateo Magarifios de Mello, del Uruguay. Al preguntar sobre ¨¦l, me contaron que, dada su tendencia a realizar frecuentes y prolongadas intervenciones ret¨®ricas desde el estrado, se le nombr¨® relator para que no tuviera que intervenir con demasiada frecuencia durante los procedimientos. As¨ª comenz¨® mi instrucci¨®n en la diplomacia multilateral internacional.
El aprendizaje fue r¨¢pido e intenso. Al principio, entrevistaba a los delegados y al personal de la Secretar¨ªa con preguntas relacionadas con los mecanismos del sistema de grupos. Pero enseguida me di cuenta de que lo que estaba en juego era mucho m¨¢s, concretamente el enfrentamiento norte-sur sobre la naturaleza del sistema y el orden econ¨®mico mundiales. Seg¨²n iba cogiendo tablas, tanto los delegados como los miembros de la Secretar¨ªa se mostraban m¨¢s dispuestos a hablar conmigo. Con frecuencia, parec¨ªa que yo supiera m¨¢s sobre los procedimientos que aquellos que dirig¨ªan las ajetreadas vidas de los delegados o los funcionarios p¨²blicos internacionales. Esto me hizo ganarme un cumplido de Diego Cordovez, que, en broma, comenz¨® a llamarme ¡°Gos(sip)ovic¡± (en ingl¨¦s, gossip significa cotilla).
Los pasillos del Palacio rebosaban actividad y entusiasmo. La UNCTAD y el Grupo de los 77 iban a cambiar el mundo. En la cercana Villa le Bocage, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio y su Director General, Wyndham White, estaban preocupados y mostraban incertidumbre por su futuro. En los procedimientos participaron una retah¨ªla de personalidades distinguidas y expertos, procedentes del norte y del sur, de las misiones permanentes ante las Naciones Unidas en Ginebra y de capitales nacionales. K.B.?Lall de la India, Alexandre Koj¨¨ve y Andr¨¦ Philip de Francia, Hortencio Brillantes de Filipinas, Hern¨¢n Santa Cruz de Chile, Janez Stanovnik de Yugoslavia, Richard Gardner de los Estados Unidos o Paul Jolles de Suiza eran habituales en la escena de la UNCTAD, entre muchos otros. Hubo muchos pa¨ªses en desarrollo que desempe?aron un papel destacado y creyeron firmemente en el proyecto conjunto del Tercer Mundo. Entre otros, estaban Argelia, el Brasil, Chile, Filipinas, Ghana, la India, Indonesia, M¨¦xico, Nigeria y Yugoslavia. Esos pa¨ªses fueron los catalizadores del Grupo de los 77 y le aportaron dinamismo, ilustrando la importancia del compromiso de cada pa¨ªs y su aportaci¨®n a la causa com¨²n del sur.
M¨¢s importante a¨²n fue el protagonismo que asumi¨® la Secretar¨ªa de la UNCTAD. Estaba formada por un equipo peque?o de expertos y personalidades de primer nivel reunido por Prebisch, procedentes tanto del sur como del norte. Se sent¨ªan atra¨ªdos por la nueva agenda para el desarrollo y el comercio, la nueva organizaci¨®n y, sobre todo, la aparici¨®n del Grupo de los 77. La Secretar¨ªa trabaj¨® estrechamente con el Grupo de los 77 y le prest¨® apoyo t¨¦cnico, log¨ªstico y pol¨ªtico, y ciertamente le sirvi¨® de inspiraci¨®n. Entre los que ofrecieron un apoyo clave a Prebisch en esta nueva iniciativa mundial se encontraban Wladek Malinowski, de Polonia, Sidney Dell y Alfred Maizels, del Reino Unido de Gran Breta?a e Irlanda del Norte, R. Krishnamurti, de la India, Christophe Eckenstein, de Suiza y Diego Cordovez, del Ecuador.
Mis conocimientos sobre el Grupo de los 77, sobre la UNCTAD y el encuentro norte-sur que estaba teniendo lugar entre aquellas paredes, as¨ª como sobre la evoluci¨®n de la agenda internacional para el desarrollo, aumentaron con rapidez. Los pa¨ªses desarrollados del norte, es decir, el Grupo B, no estaban muy contentos con el surgimiento del Grupo de los 77, el sistema de grupos, la UNCTAD y su Secretar¨ªa. Sus delegados a menudo comentaban que el Grupo de los 77 era una creaci¨®n artificial, una recopilaci¨®n heterog¨¦nea de pa¨ªses que ten¨ªan poco o nada en com¨²n y que no podr¨ªan mantenerse unidos cuando se tratase de cuestiones relacionadas con intereses nacionales espec¨ªficos. Tambi¨¦n argumentaban que el sistema de grupos no era un modo eficiente de dirigir los procedimientos en las Naciones Unidas.
Tal y como hab¨ªa anticipado, en esa fase inicial, me convert¨ª en un ¡°pionero¡± en esa esfera espec¨ªfica de investigaci¨®n. As¨ª pues, recib¨ª apoyo financiero de la Dotaci¨®n Carnegie para la Paz Internacional a fin de asistir a la II?UNCTAD en Nueva Delhi en 1968, con la condici¨®n de que escribiera un texto para su publicaci¨®n.
Segu¨ª atentamente los procedimientos de la conferencia y, haciendo uso de mi investigaci¨®n en Ginebra, escrib¨ª la monograf¨ªa n¨²m.?568 de la serie ¡°International Conciliation¡±, titulada UNCTAD: North-South Encounter, publicada en mayo de 1968. Se trataba de la primera publicaci¨®n sobre la nueva organizaci¨®n y sus controversias. El lado m¨¢s amable fue que la que posteriormente ser¨ªa mi esposa y yo nos conocimos durante este prolongado encuentro, lo que algunos amigos ocurrentes se?alaron que habr¨ªa sido la ¨²nica conclusi¨®n concreta de la conferencia, cuyo acr¨®nimo fue desgranado por un peri¨®dico local como U.nder N.o C.onditions T.ake A.ny D.ecisions (¡°no tomar ninguna decisi¨®n bajo ninguna circunstancia¡±).
Ya de vuelta en Berkeley, me dispuse a escribir una tesis, que finalic¨¦ en 1970. La revis¨¦ para convertirla en el primer libro sobre la UNCTAD, titulado UNCTAD: Conflict and Compromise, The Third World's Quest for an Equitable World Economic Order through the United Nations1. Los cap¨ªtulos sobre el Grupo de los 77 y el sistema de grupos se basaban en las entrevistas y mis percepciones de las primeras din¨¢micas del Grupo de los 77 y el nuevo sistema de negociaciones multilaterales al que dio lugar.
La UNCTAD y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
Seguramente, mi investigaci¨®n y mis publicaciones me ayudaron a conseguir un puesto en la UNCTAD. En septiembre de 1971, me incorpor¨¦ a su Secretar¨ªa como miembro de la Divisi¨®n de Informaci¨®n, dirigida por Tibor Mende. Por aquel entonces, Prebisch se hab¨ªa marchado, y Manuel P¨¦rez-Guerrero era el nuevo Secretario General. Yo estaba desbordante de entusiasmo como un producto del 68 y la libre expresi¨®n salido de Berkeley y reci¨¦n doctorado que se identificaba con la causa del Grupo de los 77 y abrazaba la misi¨®n del cambio sist¨¦mico mundial. Mi primer encargo consisti¨® en escribir un peque?o folleto divulgativo sobre las funciones y la agenda de la UNCTAD con fines de informaci¨®n p¨²blica. Trabaj¨¦ con empe?o, pero el borrador acab¨® en un caj¨®n y nunca me pidieron que lo revisara o lo volviera a escribir, ni recib¨ª explicaci¨®n alguna de por qu¨¦ se hab¨ªa archivado. ?Es posible que fuera demasiado franco para que lo publicara una Secretar¨ªa ¡°neutral¡±?
En 1973, la rutina estaba comenzando a consolidar los procedimientos de la UNCTAD, y me alegr¨¦ cuando me ofrecieron la oportunidad de trasladarme al reci¨¦n creado Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y, con ello, a ?frica y Nairobi.
El primer per¨ªodo de sesiones del Consejo de Administraci¨®n del PNUMA, celebrado en Ginebra en 1973, destac¨® la importancia del Grupo de los 77. El Consejo estaba decidiendo las prioridades del programa de la nueva organizaci¨®n y la asignaci¨®n de recursos financieros procedentes del Fondo para el Medio Ambiente. El Grupo de los 77 no se hab¨ªa empezado a movilizar cuando el Consejo se reuni¨®, en parte por la influencia de los pa¨ªses desarrollados, que argumentaban que el sistema de grupos no ten¨ªa lugar en el PNUMA y que las divisiones norte-sur, como las que acontec¨ªan en la vecina UNCTAD, no deber¨ªan aplicarse y no se aplicaban cuando se trataba de problemas relacionados con el medio ambiente. Sin embargo, los pa¨ªses desarrollados actuaron como un grupo unido durante todo el proceso y contaban con una estrategia clara en relaci¨®n con lo que quer¨ªan conseguir.
Hacia el final del per¨ªodo de sesiones, al darse cuenta de que estaban teniendo un efecto m¨ªnimo en los procedimientos mientras sus delegaciones hablaban de forma individual, los pa¨ªses en desarrollo, empujados por algunos de sus delegados y liderados por Chile, comenzaron a actuar como el Grupo de los 77. Esta iniciativa molest¨® en la Secretar¨ªa del PNUMA y a las delegaciones de los pa¨ªses desarrollados, y con raz¨®n. El documento final que estaban preparando y esperando cambi¨®, ya que las prioridades del programa y la asignaci¨®n de fondos pasaron de la evaluaci¨®n y la gesti¨®n favorecidas por los pa¨ªses desarrollados a los grupos program¨¢ticos en materia de medio ambiente y desarrollo de inter¨¦s para los pa¨ªses en desarrollo.
En Nairobi, el Grupo de los 77 no logr¨® ejercer la influencia que tuvo durante el primer per¨ªodo de sesiones del Consejo. En parte, esto se debi¨® al hecho de que hab¨ªa relativamente pocas embajadas de pa¨ªses en desarrollo en la ciudad, a que el Grupo no contaba con una base permanente all¨ª, como s¨ª ten¨ªa en Ginebra, y tambi¨¦n a que la Secretar¨ªa del PNUMA no trabajaba de forma activa para prestarle apoyo. Esto, unido a las presiones continuas por parte de los pa¨ªses clave del Grupo B, hizo que quedaran al margen las cuestiones relacionadas con el desarrollo y el medio ambiente, que fueron asuntos destacados en la Conferencia de Estocolmo de 1972 y, posteriormente, en el Simposio de Cocoyoc de la UNCTAD y el PNUMA en 1974 sobre las Caracter¨ªsticas del Uso de los Recursos Naturales, el Medio Ambiente y las Estrategias de Desarrollo. Sin embargo, como han demostrado los decenios siguientes, las cuestiones y los problemas no resueltos no se pueden simplemente esconder bajo la alfombra, y muchas de estas tempranas controversias norte-sur han resurgido con fuerza, en especial aquellas relacionadas con el cambio clim¨¢tico.
La Comisi¨®n del Sur y el Centro del Sur
Una de las razones para la creaci¨®n de la Comisi¨®n del Sur en 1987 fue intentar darle nuevo ¨ªmpetu al Grupo de los 77 aport¨¢ndole carga pol¨ªtica e intelectual en un momento en el que parec¨ªa que se quedaba sin aliento y se debilitaba tras los logros del nuevo orden econ¨®mico internacional del decenio de 1970. Otro motivo era impulsar la creaci¨®n de una organizaci¨®n mundial propia de los pa¨ªses en desarrollo, denominada ¡°secretar¨ªa del Tercer Mundo¡±. Su tarea consist¨ªa en proporcionar al Grupo de los 77 apoyo normativo, sustantivo y log¨ªstico de suma importancia y, de este modo, superar el d¨¦ficit institucional creado por las crecientes presiones ejercidas sobre la secretar¨ªa de la UNCTAD para que dejase de prestar apoyo al Grupo, presiones que se intensificaron en la ¨¦poca posterior a la Cumbre de Canc¨²n celebrada en 1981.
La Comisi¨®n debati¨® sobre la cuesti¨®n institucional largo y tendido. Por un lado, estaban aquellos que ve¨ªa con escepticismo la posibilidad de crear cualquier tipo de instituci¨®n y conseguir los recursos y el apoyo pol¨ªtico necesario para tal iniciativa entre los pa¨ªses en desarrollo. Pero tambi¨¦n estaban aquellos que argumentaban que una instituci¨®n de este tipo era fundamental si el Grupo de los 77 pretend¨ªa fortalecer su posici¨®n y ser eficaz en el ¨¢mbito multilateral. El Presidente de la Comisi¨®n, Julius K. Nyerere, era uno de los que estaban convencidos de que era indispensable contar con una organizaci¨®n del sur. El informe de la Comisi¨®n Desaf¨ªo para el sur propon¨ªa la creaci¨®n de una Secretar¨ªa del Sur, como una instituci¨®n relativamente modesta en las etapas iniciales.
Si bien hab¨ªa esperanza de que los pa¨ªses en desarrollo tuvieran seriamente en cuenta y aplicaran esta recomendaci¨®n, en la Comisi¨®n tambi¨¦n exist¨ªa una saludable dosis de escepticismo. Por consiguiente, se decidi¨® crear una oficina temporal de seguimiento de la Comisi¨®n, el Centro del Sur, presidida por el Presidente Nyerere, que promover¨ªa las recomendaciones del informe, especialmente la relativa al establecimiento de una Secretar¨ªa del Sur. Al final del mandato de dos a?os del Centro, los antiguos miembros de la Comisi¨®n volver¨ªan a reunirse para revisar la respuesta a las recomendaciones formuladas en el informe.
La labor y las actividades del Centro del Sur fueron acogidas con benepl¨¢cito por el Grupo de los 77 en Nueva York y le resultaron de utilidad. Un ejemplo de ello fue cuando, en v¨ªsperas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo celebrada en R¨ªo de Janeiro en 1992, Maurice Strong llam¨® por tel¨¦fono al Presidente Nyerere y le dijo que el Grupo de los 77 no ten¨ªa una postura com¨²n de cara a este importante acontecimiento. Sugiri¨® que el Centro podr¨ªa ser de gran ayuda. Un grupo de expertos, presidido por Gamani Corea, se reuni¨® con rapidez. El Presidente Nyerere present¨® el documento elaborado al Grupo de los 77 en Nueva York. Fue aceptado y result¨® ¨²til para establecer la postura del Grupo en la Conferencia de R¨ªo, y supuso otro caso que ilustraba la importancia de brindar apoyo intelectual y t¨¦cnico continuado al Grupo.
En 1992, se decidi¨® ampliar el mandato del Centro del Sur e intentar transformarlo en una organizaci¨®n permanente, debido a la falta de respuesta a la recomendaci¨®n institucional de la Comisi¨®n y dada la experiencia ¨²til de la labor del Centro. Durante la reuni¨®n ministerial del Grupo de los 77 en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1994, 44 Estados miembros del Grupo de los 77 firmaron el acuerdo intergubernamental por el que se establec¨ªa el Centro del Sur. El Presidente del Grupo de los 77, Luis Fernando Jaramillo, de Colombia, tuvo un papel destacado a la hora de movilizar a los pa¨ªses miembros del Grupo para que firmaran el acuerdo. En 1995, tras recibir suficientes ratificaciones, el Centro del Sur se convirti¨® en una organizaci¨®n intergubernamental de los pa¨ªses en desarrollo.
Poco despu¨¦s, el Administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Gus Speth se?al¨® que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) podr¨ªa estudiar una propuesta del proyecto del Centro del Sur dise?ada para fortalecer la oficina del Grupo de los 77 en Nueva York. Dicha propuesta inclu¨ªa la apertura de una oficina del Centro del Sur junto a la oficina del Grupo de los 77 para proporcionar a esta ¨²ltima apoyo sustantivo.
A pesar de que la idea de la oficina del Centro en Nueva York no se materializ¨®, en parte debido a las dificultades log¨ªsticas y jur¨ªdicas que supon¨ªa, el proyecto, que se aprob¨®, hizo posible que Mourad Ahmia, de la Misi¨®n Permanente de Argelia, se incorporara como funcionario a la oficina del Grupo de los 77, donde se uni¨® a Arturo Lozano, de M¨¦xico, en 1995. Hoy d¨ªa, casi dos decenios despu¨¦s, este equipo de dos contin¨²a prestando el apoyo crucial y la memoria institucional necesarios para el funcionamiento del Grupo.
El Presidente Nyerere a menudo se lamentaba por no tener un ¡°t¨ªo rico¡± que le ayudara a financiar al inexperimentado Centro del Sur. En este caso, el Administrador del PNUD actu¨® como un t¨ªo rico, ilustrando la importancia decisiva de la disponibilidad de recursos financieros para llevar a cabo iniciativas, adoptar medidas y hacer posible la construcci¨®n institucional y el funcionamiento de las instituciones, y para garantizar el apoyo y la participaci¨®n de personas cualificadas y comprometidas en los esfuerzos colectivos de los pa¨ªses en desarrollo.
En 2015, el Centro del Sur celebrar¨¢ su 20o?aniversario como un centro de estudio intergubernamental del sur, un legado importante de la Comisi¨®n del Sur. Realiza una labor importante y desempe?a funciones ¨²tiles de apoyo a las causas y objetivos comunes del sur y del Grupo de los 77. Es muy peque?o, no cuenta con suficiente financiaci¨®n, y est¨¢ muy lejos de ser la modesta ¡°Secretar¨ªa del Sur¡± compuesta por 25 profesionales de alto nivel que recomendaba la Comisi¨®n del Sur en su informe. No obstante, se trata de un ejemplo claro de la utilidad e importancia que reviste el apoyo institucional para la movilizaci¨®n colectiva de los pa¨ªses en desarrollo en la escena mundial. Tambi¨¦n ofrece una plataforma concreta para continuar con la construcci¨®n institucional sur-sur a nivel mundial, con miras a establecer lo que algunos siguen denominando una ¡°Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®micos del sur¡±.
La importancia de las personalidades y el liderazgo
En definitiva, solo cabe destacar la importancia del papel desempe?ado por las personas y del liderazgo en los momentos clave de la historia del Grupo de los 77.
Uno solo puede preguntarse si la UNCTAD hubiera surgido y si se hubiera desarrollado toda la agenda del sur si Ra¨²l Prebisch no hubiera liderado el proceso, y si no hubiera sido por su trabajo y su experiencia en Am¨¦rica Latina y, posteriormente, en la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe, su visi¨®n, carisma y dinamismo personales, su convicci¨®n ¡ªque se resume en una frase de su informe de la I?UNCTAD de 1964 que afirma que es posible ¡°influir consciente y deliberadamente en las fuerzas econ¨®micas y t¨¦cnicas para buscar dise?os mundiales¡±¡ª, su confianza en el sur y su compromiso con ¨¦l, y su voluntad para liderar la causa del sur y rebelarse frente el norte dominante. Desempe?¨® esta labor a pesar de que se esperaba que fuera un funcionario p¨²blico internacional ¡°neutral¡± en el enfrentamiento norte-sur que estaba teniendo lugar en materia de desarrollo.
Es igual de improbable que Prebisch hubiera sido capaz de hacer realidad la visi¨®n de una organizaci¨®n de las Naciones Unidas dedicada al comercio y el desarrollo sin el apoyo ni el compromiso de personas entusiastas, tanto en el equipo de la Secretar¨ªa como en las delegaciones y los ministerios de los pa¨ªses en desarrollo.
Las primeras experiencias provocaron que los pa¨ªses desarrollados examinaran con cuidado y cercenaran la dotaci¨®n de personal de la Secretar¨ªa de la UNCTAD, y que impusieran algunos l¨ªmites a sus l¨ªderes y oficiales. El lema ¡°nunca m¨¢s otro Prebisch¡± o, de hecho, ¡°otro Gamani Corea¡± se convirti¨® en su regla no escrita. Se trataba de una decisi¨®n estrat¨¦gica, aplicada plenamente hasta la actualidad en todo el sistema de las Naciones Unidas con el objetivo de minar el apoyo a los pa¨ªses en desarrollo y, as¨ª, contribuir al debilitamiento de las acciones y demandas del Grupo de los 77 en la escena mundial.
Tampoco cabe duda de que, de no ser por Julius K. Nyerere, que recibi¨® el apoyo pol¨ªtico y material pleno de su pa¨ªs, la Rep¨²blica Unida de Tanzan¨ªa, y que siempre pudo contar con un grupo de personas y l¨ªderes gubernamentales comprometidos, como el Primer Ministro Mahathir de Malasia y el Presidente Suharto de Indonesia, que intervinieron en momentos cruciales, el Centro del Sur no existir¨ªa actualmente como una organizaci¨®n intergubernamental del sur.
El Sur Global necesita l¨ªderes de la posici¨®n, los conocimientos y, sobre todo, la convicci¨®n de Julius K. Nyerere y Ra¨²l Prebisch y una organizaci¨®n principal a nivel mundial, que proporcione energ¨ªa e impulso al Grupo de los 77 y al Movimiento de los Pa¨ªses No Alineados para afrontar los problemas comunes a la hora de continuar su lucha por la paz mundial, el desarrollo y un orden econ¨®mico y pol¨ªtico mundial equitativo.
Notas
Gosovic, Branislav. UNCTAD: Conflict and Compromise, The Third World's Quest for an Equitable World Economic Order through the United Nations (Sijthoff, Leiden, 1972).
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La Cr¨®nica?ONU??no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, as¨ª como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los art¨ªculos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci¨®n por parte de las Naciones Unidas.?